Carta a un profano

Estimado señor,

La curiosidad te ha llevado a preguntarme por el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

He comprendido que lo que te guía no es la mala curiosidad, la de los ojos de cerradura, impulsada por un deseo malsano de descubrir algunos "secretos" (¡obviamente pendulares!), sino la sana curiosidad de interesarse por un tema sin ideas preconcebidas, de preguntarse objetivamente y de buscar las respuestas "en la fuente" y no en las habladurías, las fantasías o los chismes.

Permítanme primero decirles lo que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado no es: no es una secta, ni una religión sustituta, ni un partido político, ni un grupo de presión.

Al igual que toda la masonería regular, de la que forma parte, el Rito prohíbe incluso cualquier debate sobre cuestiones políticas, sociales o religiosas.

Por el contrario, pretende ser una alianza universal de hombres libres y de buenas costumbres; busca reunir, más allá de su diversidad de origen, creencia, filosofía o estatus social, a todos aquellos que buscan mejorarse moral y espiritualmente, que no encuentran respuestas satisfactorias a las preguntas más antiguas de la humanidad: ¿quién soy? ¿qué hago aquí? ¿cuál es mi lugar en el universo?

El Rito no te proporcionará las respuestas a estas preguntas; no te impondrá ninguna "verdad" absoluta, sino que te proporcionará los medios y las herramientas para encontrar estas respuestas dentro de ti mismo. Te ayudará a sentirte en armonía contigo mismo, con los demás, con el mundo.

¿Cómo lo hará? Ofreciéndole un método particular que combina el pensamiento analógico y el simbolismo a través de historias míticas extraídas más particularmente del Antiguo y del Nuevo Testamento en un recorrido escalar de grado en grado (el Rito tiene treinta y tres).

Lo hará en un lugar concreto: una Logia o Taller, cuyos miembros están unidos por una fraternidad real y sólida, donde nadie juzga a nadie y donde, por el contrario, cada uno está para acompañar y ayudar a los demás en su camino espiritual.

Lo que une a estos hombres, y más allá, a los casi tres millones de masones regulares que hay en el mundo, es, además de su mismo deseo de realización, la creencia en Dios, al que llamamos el Gran Arquitecto del Universo para evitar cualquier disputa confesional.

Los tres primeros de estos treinta y tres grados se practican en el seno de una Logia simbólica, grados que están bajo la obediencia de una Gran Logia -en Francia, la Grande Loge Nationale Française-, mientras que los treinta restantes son gestionados por una Jurisdicción llamada Consejo Supremo, independiente de la G.L.N.F., donde se completan y profundizan las enseñanzas de los tres primeros grados.

Si desea saber más, antes de unirse a nosotros, puede visitar el sitio web de la Gran Logia Nacional Francesa www.glnf.fr.

Muy cordialmente y, espero, algún día muy fraternalmente.

Ch. Hervé, 33º

Soberano Gran Comendador



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