Carta a un joven Maestro Masón

Mi queridísimo Hermano,

Me alegré de estar presente en tu elevación al rango de Maestro y, más aún, de constatar que, lejos de dar por concluido tu viaje iniciático, seguías haciéndote muchas preguntas sobre el significado de la ceremonia que acababas de vivir y sus implicaciones espirituales y morales.

Como el capullo es la promesa de la rosa, lo que se os dio esa tarde incluye en germen la totalidad de lo que la masonería tiene que transmitiros, pero la mente humana está tan hecha que es difícil, si no imposible, aprehender la totalidad de este tesauro, entenderlo y sobre todo integrarlo en uno mismo desde la única ceremonia que habéis vivido.

La vía escalar del Rito más allá de la Maestría te permitirá descubrir poco a poco este tesauro, profundizarlo y penetrarlo. Cada grado -con sus leyendas y mitos, con sus ceremonias- te ofrecerá un paso más en el descubrimiento de tu ser y tu relación con los demás y el cosmos.

El objetivo de este viaje es sencillo y ambicioso a la vez, y está recogido en nuestras Grandes Constituciones: es la unión, la felicidad, el progreso y el bienestar de la familia humana en general y de cada hombre en particular.

Los términos utilizados pueden parecerle sorprendentes: no se puede proclamar la felicidad ni el bienestar, y la desgracia puede golpear nuestras vidas en cualquier momento. Negar esto sería una locura, pero ya conoces el poema de nuestro hermano Kipling: si puedes afrontar los desastres y los triunfos, la felicidad y la desgracia con la misma igualdad de alma, entonces serás un hombre. Lo que el Rito te propone es un camino hacia esta igualdad del alma: pretende hacerte vivir en armonía contigo mismo, con los demás, con el Todo Otro.

Pero la finalidad del Rito es también -e incluso principalmente- para la familia humana: queremos que esta armonía sea universal. Esto es lo que llamamos el Santo Imperio.

Tengan la seguridad de que no se trata de un proyecto político. Como sabes, la masonería no tiene por qué intervenir en la vida de la ciudad.

El Imperio es el que debemos tener -individual y colectivamente- sobre nosotros mismos y es Santo, porque vivimos y trabajamos en lo Sagrado, bajo la mirada benévola de lo Divino.

De este modo, el Rito te propone una ética humanista y universalista en el sentido más fuerte de estos términos. Una ética que debemos construir con el trabajo y con la indispensable humildad de quien sabe que toda inspiración viene de Arriba.

Equipado con este viático, el masón puede salir al mundo profano para llevar esta armonía que ha hecho suya...

Muy fraternalmente

Ch. Hervé, 33º

Gran Comandador



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